Sumario: | Con la globalización y sus crisis se ha reactivado el problema identitario, volviéndose a prestar atención al factor religioso. En los Estados Unidos de América la religión siempre ha jugado un papel clave en su configuración idiosincrásica, al infundir la fe de ser un pueblo elegido por Dios para guiar al resto de las naciones. Sin embargo, dicha fe también se halla en crisis hoy, agravándose por los velos de confusión posmodernos (v.g. relativismo, corrección política, pensamiento débil). Téngase en cuenta que la configuración idiosincrásica estadounidense resulta prototípica, por las múltiples comunidades de diversos orígenes a integrar, además de ser anterior al ideológico debate nacional decimonónico europeo (modelo liberal-patriótico vs. étnico-cultural), y al fortalecimiento del Estado-nación. Dicha idiosincrasia parte de los planteamientos de la teología moderna o Teología política, centrada en el estudio de la religión y la organización del pueblo de Dios en el mundo: del impacto de la religión en la vida pública (sin el pretendido monopolio estatal). Se acomete lo planteado en perspectiva histórica y comparada, atendiéndose a manifestaciones autóctonas tales como American covenant theology (teología pactista estadounidense, origen de su federalismo), así como su American civil religion (religión civil estadounidense) y American gospel (evangelismo social estadounidense), junto con su American manifest destiny (destino manifiesto estadounidense), American self-righteousness (autopercepción estadounidense con sobreestima, tendente a una superioridad moral, de mesianismo), et al.
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