Sumario: | La fe cristiana tiene como singularidad, origen e historia creer en un Dios que ha hablado a los hombres desde siempre y que ha venido a habitar entre ellos hace ahora dos mil años, encarnado en Jesús de Nazaret, muerto en una cruz y vuelto a llamar por Dios a la vida para conducir a la humanidad a su destino eterno. Sin embargo, esta revelación, recibida de la debilidad y de la locura de la cruz, dice san Pablo, es difícil de creer, y cae de tan alto y viene de tan lejos que parece en vías de desaparecer de la cultura occidental, a la que ha inspirado y regentado durante tanto tiempo. Este libro revisa la tradición que ha difundido esta fe y experimenta si esta todavía es capaz de hacer creer que Dios viene a los hombres desde el futuro de nuestro destino.
La tradición cristiana proclama que Jesús es el Hijo eterno de Dios, nacido hombre de la Virgen María para regenerar la humanidad en el Espíritu de Dios y conducirla por la Iglesia a la vida eterna. Ahora bien, la ciencia moderna de los textos bíblicos y evangélicos ha cavado un foso entre lo que se puede conocer con certeza sobre la historia de Jesús y la interpretación que ha hecho de ella el dogma de la Iglesia, dogma que la evolución de los espíritus hace poco creíble a nuestros contemporáneos. De ahí que los teólogos, que pretenden respetar la verdad histórica de los textos y hacerlos inteligibles a nuestro tiempo, se sientan obligados a repensar esta tradición en su totalidad a la luz de una fe crítica. Eso es lo que ambiciona este libro: emprender un proceso de veracidad y de libertad en la búsqueda del sentido de la fe.
Con este objeto el autor emprende la tarea de descifrar el misterio que tiende a expresarse bajo el mito de la preexistencia de Cristo, idea que se encuentra en la base de los conceptos de trinidad, encarnación y redención en el dogma: de hecho, se trata de la revelación de la humanidad de Dios, comprendida como el amor por el que Dios entra en comunicación con los hombres para liberarles de su finitud, del repliegue egoísta y mortífero de cada uno sobre sí mismo, algo que les impide llegar a la unidad entre ellos y con el universo.
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