Sumario: | La cultura literaria de Occidente se ha construido sobre una huida del texto: la interpretación ha sustituido a la letra, los discursos sobre las palabras han borrado lo que las palabras dicen. El primer gesto de esta actitud histórica se halla en la ruptura establecida por el Nuevo Testamento cristiano respecto de la Biblia judía. La narración más antigua es puesta al servicio de una interpretación doctrinaria y de un dogma universal, consagrando desde entonces una relación completamente nueva con el texto. Las consecuencias han ido reflejándose en el papel social que se concede a la escritura y a la lectura, a los intermediarios críticos, exégetas, especialistas, a la creación y a los creadores, al establecimiento de un canon... En este libro se desvelan las claves de este comportamiento a través de una lectura rigurosamente narrativa del relato de la creación con que da comienzo el Génesis. Examinando estos pasajes, el autor del ensayo va descubriendo la distancia que separa lo que está escrito de lo que nos han contado o de aquello para lo que ha sido instrumento, al mismo tiempo que analiza el carácter de la creación divina, la psicología de Dios en cuanto artífice, la teoría de la acción y la visión del mundo que ese Dios expresa mediante su relato. La lectura expone, además, los recursos y las técnicas que hacen de esta narración un modelo literario que contrasta con otros del Antiguo Testamento y con el canon oficial de Occidente, drásticamente simplificador. El propósito final va más allá de revelar el sentido de lo que se cuenta y consigue transmitir el sentimiento que alienta en toda búsqueda. No sólo se trata de encontrar el sentido, sino, como se dice en este ensayo, de «volver a sentir el sentido», algo que está en el corazón mismo de la creación, de quienes escriben y de quienes leen.
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