| Sumario: | Ningún regalo de Reyes compite con la huella que dejaron en mi alma infantil unos gusanos de seda que, en una cja de zapatos, se deslizaban curvando, abombando y alargando sus cuerpecillos entre la morera: ¡cómo mordisquen o tejen delicadas crisálidas! Susurraban: "Somos más que gusanos. Hoy nos admiras, un día te sombrarás. No somos made in China. Venimos, como tú, de más arriba". ¡Se abrió, para siempre, un abismo entre mis juguetes y los diseñados por Él!
Se posa en mi alféizar un pajarillo que conocí en el enamorado Zoo del Cantar de los Cantares: vuelan t´rotolas, triscan cervatillos, y cantan místicos y poetas el verso campesino: "Bané a mi nogueral a examinar los brotes de la vega, a ver si ya las vides florecían, si ya se abrían los botones de los granados; y, sin saberlo, me escontré en la carroza con mi Príncipe".
Se asombró Moisés de la zarza incombustible, Juan de la Cruz de su Amado en las majadas, Ignacio estremando ojos en el Cardoner y Teresa con la hormiguita "más de lo que entiende". Viajarás con ellos desde la trucha o el monte en la misma carroza. No admires, asómbrate; no veas, mira con calma y escucha la sinfonía e creaturas que mendigan un canto nuevo al Señor de garzas y ratones. Mira, estremécete, asómbrate... y vivirás de otra manera.
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