Anunciad el Evangelio La misión de los cristianos

La misión es fundamentalmente el don de los cristianos al mundo. Damos a Jesús al mundo y a los hombres. Con Jesucristo le damos al mundo a Dios y, con Él, todo lo que el ser humano necesita para el éxito de su vida, para su salvación y santificación. La disposición a seguir transmitiendo la fe es...

Descripción completa

Detalles Bibliográficos
Otros Autores: Augustin, George. editor (editor), Collins, Thomas (-), Dal Toso, Giampietro, Kasper, Walter, Koch, Kurt
Formato: Libro
Idioma:Castellano
Publicado: Maliaño (Cantabria) : Sal Terrae [D.L. 2020]
Colección:Presencia Teológica, 278
Materias:
Ver en Bibliotecas Diócesis Teruel:https://kohasociados.upsa.es/cgi-bin/koha/opac-detail.pl?biblionumber=304986
Descripción
Sumario:La misión es fundamentalmente el don de los cristianos al mundo. Damos a Jesús al mundo y a los hombres. Con Jesucristo le damos al mundo a Dios y, con Él, todo lo que el ser humano necesita para el éxito de su vida, para su salvación y santificación. La disposición a seguir transmitiendo la fe es un signo de vitalidad del critianismo. Cuando descubrimos la belleza de la fe, percibimos al mismo tiempo el deseo de transmitirla. Allí donde la voluntad de misión está viva, el mensaje cristiano puede hacerse "sal y luz" para el mundo: "Vosotros sois la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, con qué se le devolverá su sabor? Solo sirve para tirarla y que la pise la gente" (Mt. 5,13). Si la energía misionera de los cristianos no llega a desarrolarse, el mensaje critiano para el mundo y para la sociedad se vuelve irrelevante. Nuestro cometido es dar testimonio de la fe en toda la tierra y dar cuenta de la esperanza en la vida eterna que llevamos en nosotros (cf.1 Pe 3, 15). Jesús en el Evangelio no nos exhorta a "pescar con anzuelo", sino a "echar las redes" (cf. Jn 21, 1-14). La pusilanimidad no es una virtud cristiana. El Señor que nos envía al mundo quiere que rompamos con la resignación que con tanta frecuencia percibimos. Se trata de volver a oír hoy de nuevo la llamada de Jesús y de llenarse de confianza en que el Evangelio de Cristo -hoy como hace dos mil años- es fuente de vida y toca los corazons de las personas. Jesús sigue diciéndonos a todos los cristianos: "Yo os elegí y os destiné a ir y dar fruto, un fruto que permanezca" (Jn 15, 16). Pero no solo tenemos una misión, sino que, como nos recuerda el papa Francisco, cada cristiano está llamado a decir con ánimo alegre: "Yo syo una misión". Los coautores de este volumen ponen de relieve, desde perspectivas diversas, la paremiante necesidad de la misión, al tiempo que proponen valiosos impulsos para revitalizar la comprensión de la misión en nuestro tiempo.
Descripción Física:111 páginas ; 22 cm
ISBN:9788429329377