Sumario: | Megalópolis con condiciones de vida extremadamente difíciles para una parte significativa de la población exigen formas de abordaje de lo físico, lo social, lo ecológico, los aspectos de seguridad ciudadana y las cuestiones del sujeto contemporáneo, de manera conjunta y articulada, colocando en el centro de las atenciones las relaciones entre las partes formales e informales del tejido urbano. La complejidad de estos procesos demanda una aproximación proyectual donde se cruzan e interfieren diferentes campos (urbanismo, sociología, filosofía, psicoanálisis, ingeniería, geografía, ecología, entre otros) lo que exige del proyecto una responsabilidad especifica: constituir la interpretación espacializada y territorializada de las demandas de la sociedad formando la espina dorsal a la cual se deben remitir las respuestas de cada uno de esos campos. La ciudad es objeto de estudio y acción de las denominadas ciencias sociales, y el espacio urbano es el lugar de cruzamiento de todas las variables y el campo de expresión de todos los imaginarios. Las relaciones entre ciudad, arquitectura, urbanidad y espacio público están en el centro de las cuestiones que es necesario rearticular en cada una de las escalas de actuación. Las transformaciones físicas y socio-económicas provocadas por la globalización tienen en el territorio su síntoma más evidente: la extensión continua de las periferias, la desconexión entre las diferentes partes de la nebulosa urbana, la exacerbación de las diferencias, la sensación de exclusión de una parte de los habitantes y el aumento del tiempo gastado en los desplazamientos. Así, los grandes conglomerados socio-espaciales contemporáneos demandan tanto respuestas eficaces para resolver las mayores urgencias, cuanto una orientación para las necesarias transformaciones basada en un concepto verdaderamente democrático de ciudad capaz de tornarla amable, habitable y sustentable para todos sus habitantes.
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