Sumario: | En los grandes centros urbanos, donde va en aumento el anonimato, las adscripciones son fluidas y se multiplican los «no lugares», las parroquias parecen adolecer de un planteamiento todavía «rural», que no parece estar en condiciones de responder a las necesidades espirituales del presente. En las ciudades, sobre todo en las de grandes dimensiones, la parroquia se encuentra cada vez más frente al desafío de sumergirse en las experiencias del territorio, en los polos que construyen socialidad y cultura, en los espacios que expresan necesidades, solidaridad y la democracia de base. Al mismo tiempo, el desafío consiste en no perder una de las cualidades más bellas de la parroquia, a saber: la de ser Iglesia en la ciudad, en condiciones de escuchar e interpretar el territorio para anunciar el evangelio a todos, en todo lugar.
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