Sumario: | Luigi Amara desgrana uno tras otro los curiosos episodios que la peluca ha protagonizado a lo largo de la historia: mamífera y artificial, juguete del yo que ha sido insignia del poder y cómplice de una idea maleable de belleza, atrezo del disfraz y la simulación, la peluca ha estado del lado de la búsqueda de identidad tanto como de la parodia y la irreverencia, y si hasta hace muy poco, pese a su anacronismo y ridiculez manifiesta, cumplía una función ritual en el sistema de justicia británico, en una época contribuyó a que lo aparatoso e inútil se elevara a la categoría de buen gusto. Pero la cabellera postiza no es sólo una empolvada excentricidad de otro tiempo; ya sea como pasadizo sintético hacia una libertad efímera, ya como cuerpo muerto que se lleva a modo de refacción, está presente lo mismo en las fiestas que en las salas de quimioterapia, en las bandas criminales y la música pop, en las fantasías travestis y el arte contemporáneo
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