Bibliografía: | Publicación valenciana fundada y dirigida por el presbítero José Domingo María Pascual Corbató Chillida (1862-1913), quién a la edad de doce años se había alistado a las tropas carlistas y, tras abandonar el hábito dominico que profesara hasta 1888, el entonces arzobispo Antonio Monescillo (1811-1897) le había confiado una capellanía en Valencia, ciudad en la que empezó a colaborar en varias publicaciones, entre estas El valenciano (1893). Como publicista controvertido y acérrimo defensor del integrismo españolista más absoluto, fue encarcelado y exclaustrado y, en 1894, se había exiliado a París a causa de uno de sus artículos. Tras beneficiarse de un indulto general y regresar de nuevo a Valencia, publica el primer número de este “semanario crítico de religión, ciencias y españolismo”, el uno de octubre de 1900, apareciendo a partir de entonces cada jueves en entregas de dieciséis páginas. Según su artículo de presentación, su objetivo era enseñar las relaciones del evangelio con las ciencias experimentales, con el fin de “argüir de falsedades no pocas teorías de los sabios a la moderna”. En su semanario, Corbató defenderá la incompatibilidad absoluta entre catolicismo y liberalismo, siguiendo a Balmes y Donoso; echará en falta a un tradicionalista como Antonio Aparisi Guijarro (1815-1872) y, como prófugo del carlismo oficial, acusará de traidores a los carlistas vendidos a la “causa alfonsina”. Aunque presumirá de no haber pertenecido jamás a partido político alguno, además de desear la “muerte de todos los partidos, como quiere la Tradición de las Españas y como aconseja la Religión”; desde su visión de un integrismo católico españolista mesiánico, creará también las Milicias de la Cruz, como orden religioso-militar que fue reconocida por el propio arzobispo Monescillo. En este sentido llegó a escribir que “los españolistas son tantos, que pueden formar hoy un ejército imponente, irresistible, avasallador, el cual, aun respetando dinastías, puede derrocar constituciones y gobiernos”. Aunque a Corbató se le considera el símbolo del mayor desencuentro entre carlismo y jerarquía católica, su bandera seguirá siendo la de “Dios, patria y rey”, la de una España de monarquía católica tradicional. Las páginas de su revista están dedicadas íntegramente a la publicación de sus artículos doctrinales, de dogmática eclesiástica, apologéticos y políticos. En la entrega del 24 de diciembre de 1901, inserta un índice general por materias de los números publicados en 1900 y 1901, y en la del cinco de febrero de 1903, el índice de 1902 y 1903. Los distribuye en epígrafes como “De re católica”, de controversias, cuestiones providencialistas y político-sociales, de piedad e impiedad, movimiento de los católicos, órdenes religiosas, predicciones y profecías o cuestiones de carlismo. Inserta también una sección de miscelánea y otra de bibliografía, y publica una biografía del predicador dominico italiano Girolamo Savonarola (1452-1498) y una serie de artículos sobre el “Gran monarca”. Muchos de sus artículos los recopilará en monografías que edita la Biblioteca Españolista, que también funda. Además de con su propio nombre, Corbató utiliza para rubricar sus textos la inicial de su apellido (C), así como los seudónimos Carlos María Negón, Carlos Duquedene o Inmunelde. Luz católica publicará su último número el cinco de febrero de 1903. A partir del uno de octubre de ese año, Corbató inicia la publicación de La señal de la victoria, “semanario crítico de religión, ciencias y política”, como órgano de la Milicia de la Cruz y con aprobación eclesiástica, hasta que, desautorizado por el arzobispo de Valencia, publica su último número el siete de febrero de 1907. También fundará la revista Tradición y progreso (Benimamet: 1912-1914). Ninguna de estas publicaciones las incluye Navarro Cabanes (1917) en su trabajo sobre la prensa carlista, pero sí son referenciadas por Jaime del Burgo (1978) |