Sumario: | Del 31 de mayo al 2 de junio, el papa Francisco emprendió su trigésimo viaje apostólico. Su itinerario incluía tanto la capital como las regiones de Transilvania y Moldavia, cumpliendo un sueño que San Juan Pablo II no pudo realizar. Rumania resultó ser un mosaico de diferencias religiosas, culturales y lingüísticas que buscaban una armonía entre ellos. Las reuniones con la Iglesia ortodoxa y con las comunidades católicas de rito latino y bizantino fueron fundamentales. Para el Pontífice, Rumania está llamada a "tejer el futuro juntos", a "golpearlo" de una manera artesanal. Y esto es posible desarrollando el "alma del pueblo", que es una forma de entender y experimentar la realidad y participar en la formación del destino de la nación. La Iglesia Católica está llamada a dar su contribución específica en este proceso.
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