Sumario: | Como queda puesto de manifiesto a lo largo de este libro, la enseñanza y la educación actuales deben cimentarse sobre dos pilares fundamentales: la multiculturalidad y la interdisciplinariedad. Por un lado, la atención a la existencia de otras culturas y formas de entender el mundo, en el presente y el pasado, así como al respeto a todas ellas como un elemento clave de la sociabilidad. En esta línea se encontrarían los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la ONU en 2015 dentro de la llamada Agenda 2030. Entre ellos hay algunos que encajaban de manera específica en la enseñanza que tratamos de transmitir con este tipo de publicaciones, como son el acceso a una "educación de calidad" (objetivo número 4), la promoción de los "valores de igualdad" (objetivo número 5), la "reducción de las desigualdades" (objetivo número 10), la lucha por "la paz y la justicia" (objetivo número 16) y el trabajo colaborativo "para lograr los objetivos (objetivo número 17). Por otro lado, abogamos por la toma de conciencia de que hay que tender puentes entre las diferentes materias de conocimiento porque ello repercutirá de un modo positivo en los procesos de enseñanza-aprendizaje. En esa misma línea, hay que intentar luchar contra los conocimientos excesivamente especializados y estandarizados que pueden observarse hoy en día en nuestra sociedad y los diferentes niveles educativos. En cierta manera y con sus correspondientes matices, hay que intentar recuperar aquella idea que tenían los estudios clásicos de siglos pasados, según la cual se interrelacionaban las diferentes materias de conocimiento y el individuo (los pocos que conseguían la alfabetización) alcanzaba una concepción integral y completa del mundo que le rodeaba. El modelo neoliberal del que tanto se alimenta el capitalismo imperante hoy en día nos ha llevado hacia unos planes de estudios en los que no se prioriza la formación de ciudadanos cuya masa crítica cuestione el mundo y se plantee preguntas sobre él, sino aquellos saberes que le permitirán ingresar en el mercado laboral. Se busca tener mano de obra que trabaje y consuma, creada a través de las reglamentaciones y los estándares, que no tenga ningún tipo de preocupación sobre el entorno en el que vive. Todo lo contrario de lo que afirmaban intelectuales como Bartolomé Cossío o Santiago Ramón y Cajal a la altura de 1931, que asemejaban la educación al bello arte de la escultura, según el cual el docente iba desbastando y puliendo poco a poco con sus enseñanzas las mentes de sus alumnos, presentados como un bloque con el que trabajar. Varias de las intervenciones que conforman este libro ponen de manifiesto este tipo de situaciones y abogan por una enseñanza más abierta respecto a los contenidos tradicionales, apoyada en el establecimiento de sinergias entre los diferentes ámbitos de conocimiento y en la que tenga un papel más relevante la educación en la diferencia y la comprensión de nuestro pasado de un modo más objetivo. Este libro se estructura básicamente en torno a tres ejes básicos: en primer lugar, diferentes reflexiones en torno al papel que tienen las comunidades moriscas y judeoconversas y sus manifestaciones en diferentes planes de estudio de España y Túnez; en segundo, se presentan diferentes propuestas y planteamientos didácticos sobre la enseñanza de estas poblaciones en el aula. Finalmente, se plantea un acercamiento a la educación ciudadana más allá de las paredes del aula académico a través de la divulgación histórica. De esta manera, las siguientes páginas reflexionan y plantean diferentes vías por las que el conocimiento multicultural puede abrirse paso, no solo en el ámbito tradicional de la enseñanza, sino más allá, tratando de llegar al conjunto de la sociedad en las mismas calles de nuestras localidades ...
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