Sumario: | Desde el comienzo de la industria de la producción animal, el uso de antibióticos como promotores de crecimiento (APC) ha hecho posible el desarrollo de sistemas intensivos de producción animal; sin embargo, esta práctica ha sido cuestionada por organismos de salud pública y consumidores, por la posible prevalencia de bacterias resistentes y la potencial falla terapéutica de antibióticos en humanos y animales (Knarreborg et ál., 2004; Mathew et ál., 1998). Año tras año el uso de APC en el alimento de los animales se ha venido restringiendo en diversos países; por ejemplo, la Unión Europea, bajo un principio de precaución, prohibió el uso de APC a partir de 2006. Se afirma que esta prohibición, aparentemente, ha acarreado una reducción del comportamiento productivo de los animales; sin embargo, las experiencias de países como Suecia sugieren que es posible alcanzar unos índices de producción con altos rendimientos y competitividad sin el uso de APC; aplicando al proceso productivo unas buenas condiciones de manejo. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) valora esta experiencia y concluye que se puede prescindir de los APC "en condiciones de producción similares a las suecas" (Organización Mundial de la Salud, 2001). A pesar de las implicaciones negativas en la salud pública del uso de APC, países como Colombia y Estados Unidos aún siguen utilizando fármacos como promotores de crecimiento de manera indiscriminada; pero la apertura económica a mercados mundiales a raíz de los recientes tratados de libre comercio plantea el reto y la necesidad de eliminar este tipo de prácticas.
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