Sumario: | Ocho años después de la aparición de las Lecciones solemnes (1630), Pellicer comenzó a redactar unas Segundas lecciones, que dejó manuscritas (1638) y muy incompletas, puesto que solo se comentaban los doce primeros versos de la Soledad primera. Acaso la razón de ser de este nuevo proyecto, nunca editado ni estudiado, estribara en el menor espacio dedicado al comentario de las Soledades, respecto a la mayor prolijidad para el Polifemo. Asimismo, contamos con otro opúsculo manuscrito, la Vida de Góngora (1629), que, en principio, iba a incluirse como uno de los preliminares de las Lecciones solemnes, aunque finalmente no pudiera llevarse a cabo. Este paratexto, junto con los demás preliminares de 1630, resulta esencial para explicar y entender mejor los aportes teóricos de las Segundas lecciones (unos totalmente pedantescos y peregrinos con otros inteligentísimos, como el estudio sobre su estatuto genérico o la traza argumental), que se editan en este libro junto con los otros textos, de modo que puedan establecerse mejor las relaciones y trasvases interpretativos y polémicos entre ellos.
|