Sumario: | "Mi asombro fue inmediato y la lectura de sus relatos me ha devuelto y confirmado ese asombro: un español portentoso, riquísimo y preciso, vivo y abigarrado que fabula esponjoso y puntualiza enjuto, junto a un tono acorde de cabalgata, al paso a veces en las historias y más veces al trote, al galope cuando hace falta. Ese apunte con respecto a la lengua, al tono. El alma le viene a Moreno Montero del saber de la tierra, de la habilidad agronómica de saber 'identificar al primer golpe de vista la fertilidad y calidad del suelo' que pisa, y también del agua, de la 'intuición de saber en qué época del año conviene soltar las truchas en los ríos'. Al agua y a la tierra tampoco le faltan en la prosa de Antonio Moreno Montero el fuego y el aire, la fogosi-dad de las historias y los personajes y el aire de las intemperies. No le faltan los grandes elementos, las acciones épicas y los grandes movimientos de la voluntad bien narrados, pero tampoco la extrema delicadeza de la voz que, cuando se tercia, cae 'en un silencio aterciopelado como cae la pelusa de un cardo' ".
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