Sumario: | Desde el primer tercio del siglo XVIII las Sierras de Segura y Cazorla se convirtieron en el principal centro de producción maderera del sur de España. Aunque estaban prácticamente incomunicadas por vía terrestre con los principales centros urbanos andaluces y murcianos, tanto los ríos Guadalquivir y Segura, como los principales afluentes de cabecera de los mismos, podían utilizarse para transportar hasta el mercado las piezas de madera que con tanta prodigalidad ofrecían los montes. Los pineros eran los trabajadores encargados de conducir esas piezas por los cauces, procurando siempre que la carga transportada llegara en las mejores condiciones hasta los distintos saques establecidos en la ribera de los ríos. A base de un gran esfuerzo físico y de unas durísimas condiciones de vida, los pineros lograron casi siempre cumplir con ese cometido. La figura de estas sacrificadas gentes de río, loadas y admiradas en todas las localidades ribereñas por las que atravesaban, desapareció para siempre a mediados del siglo XX, una vez que se impuso definitivamente el transporte motorizado.
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