| Sumario: | Si la muerte es la certeza, la inmortalidad es la esperanza: afirmación tenaz contra el fin implacable, pensamiento (posible) de la filosofía ante el problema capital, creencia (universal) de la religión frente a la oscuridad del sinsentido. La resurrección es la forma cristiana de esa esperanza común. El tremendo dramatismo de la cruz la ha convertido en punto neurálgico que no se toca jamás sin alertar la cautela o levantar la sospecha. Pero la crítica bíblica ha hecho inevitable un nuevo afrontamiento: una fe que se pretenda viva y a la altura de su tiempo no puede esquivarlo. Sólo repensándose y reviviéndose de nuevo en cada etapa histórica, puede la resurrección desplegar su dinamismo de vida y su fuerza de esperanza.
Ésa es la intención de este libro, que, brotando de la necesidad de pensar este profundo misterio en las precisas coordenadas de la cultura actual, trata de tomar en serio y con la máxima coherencia posible el camino de paradigma introducido por la Modernidad (una Modernidad ya no ingenua, sino profundamente autocrítica). De ahí la atención a los últimos avances de la cristología y la insistencia en la nueva imagen de Dios que se revela sin límite ni "elección" y que en su acción renuncia a todo intervencionismo, con un respeto exquisito a la autonomía de sus creaturas. El drama de los discípulos, la tumba vacía, las apariciones, la resurrección ya en la muerte desde siempre y para todos, aparecen así bajo una nueva luz que, sin renunciar al realismo de fondo ni a la arriscada seriedad de la fe, las libera de todo dualismo milagroso y supranaturalista. El subtítulo indica que de ese modo la diferencia cristiana puede, y debe, ser vista en profunda continuidad con las demás religiones y en sintonía con el avance cultural.
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