Sumario: | Las reflexiones de este libro giran en torno a tres ejes: a) Por un lado, vivimos una época de ausencia (muerte o exilio) de Dios. Ausencia no es lo mismo que inexistencia, y de hecho Nietzsche, profeta de esa muerte, afirma que "lo hemos matado nosotros. Pero a Dios, aún más que el ateísmo, lo "mata" la idolatría de quienes creen en un dios falso o creen falsamente en Dios, tal como avisó el Vaticano II. b) Por otro lado, siguiendo la profecía de Nietzsche, la ausencia de Dios nos pone en el peligro de ser "los últimos hombres", a menos que consigamos convertirnos en superhombres. Y c) por eso se hace necesario recuperar una tesis decisiva de K. Barth: lo sepa o no, el hombre vive siempre bajo el significado "del hecho absolutamente transformador de que Dios existe".
|