Sumario: | La música sagrada debe tener en grado eminente las cualidades propias de la liturgia, a saber: la santidad y la bondad de las formas", de donde nace espontáneo otro carácter suyo: la universalidad. Debe ser santa y, por lo tanto, excluir todo lo profano, y no solo en sí misma, sino en el modo con que la interpreten los mismos cantores. Debe ser verdadero arte, porque no es posible de otor modo que tenga sobre el ánimo de que la oye aquella virtud que se propone la Igleisa al damitir en su liturgia el arte de los sonidos. Mas a la vez debe ser universal, en el sentido de que, aun concediéndose a toda nación que admita en sus composiciones religiosas aquellas formas particulares que constituyen el carácter específico de su propia música, éste debe estar de tal modo subordinado a los caracteres generales de la música sagrada, que ningún fiel precedente de tora nación experimente al oírla una impresión que no sea buena. - Pío X Tra le sollecitudini, 2.
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