Sumario: | La conciencia teresiana de dejar por escrito todo lo que vivió a lo largo de su camino espiritual nos sitúa frente a una obra literaria plagada de moradas, de escondrijos, de espacios de intimidad, sorpresas y revelaciones, pero también de vasos comunicantes, de pozos artesianos donde los hechos y los pensamientos, las razones del espíritu, las paradojas y las abstracciones, todo, confluye en la creación de un universo único en la historia de nuestras letras. Santa Teresa dedicó todo su hacer literario a tratar de explicar, por vía de la escritura, lo indecible de su relación con Dios. Frente al imperio de la academia y la vigilancia a la que se sometió de censores, teólogos, confesores y demás personas del tomo, la santa de Ávila pidió únicamente una cosa: libertad para escribir, escribir y escribir; y lo hizo con la firme certeza de que todo cuanto escribió —que fue la historia de una razón de amor— no solo no se apartaba de la sana doctrina, sino que la confirmaba. Corroboró que, en los asuntos del alma, poco tenían que decir la teoría, el estudio, el dogma. Es la narración sin filtros de una experiencia viva, la suya, la que tanto aprovechó a sus hermanas, primeras destinatarias de sus escritos; la que le otorgó celebridad como mística y mujer de Dios dentro y fuera de la Iglesia y la que, aun hoy, cuatro siglos después, sigue edificando y deleitando a lectores de todo el mundo.
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