Sumario: | Cada gran victoria militr acababa en la antigua Roma en un desfile por las calles de la ciudad hacia el templo de Júpiter, en la colina del Capitolio, en que el general vencedor y sus soldados iban acompalados por los más importantes de los digantarios derrotados y por el botín que había capturado, desde barcos tomados al enemigo y estatuas preciosas hasta animales y plantas del territorio conquistado, en un cortejo de tal magnitud que en ocasiones podía durar hasta dos o tres días. Mary Beard, catedrática de la Universidad de Cambridge, analiza la magnificencia del triunfo romano, pero nos muestra también el lado oscuro de esta celebración del imperialismo que iba a servir de modelo para los monarcas y los generales de épocas socesivas. "En algunas raras ocasiones -ha dicho Robert Harris- nos encontramos con un libro de historia que ilumina una época entera como con la luz de un relámpago. El libro de Mary Beard pertenece a esta rara y valiosa categoría."
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