Sumario: | La prosa de los tres autores es de primera categoría: Cortázar es el de siempre; Monrós-Stojakovic, traductora de Cortázar al serbocroata, es ágil y ocurrente y aporta noticias sobre la complicada situación en Belgrado durante las fechas de la correspondencia (1980-1983); Dunlop, la segunda esposa de Cortázar y co-autora de Los autonautas de la cosmopista, escribe en un español dubitativo pero muy expresivo, y lo que cuenta es, para los cortazarianos en especial, de enorme interés. Además de poseer una gran calidad literaria, el hilo de esta correspondencia se articula en forma de relato auténtico, con final dramático, protagonizado en primera persona por Cortázar y Carol Dunlop, y aporta, además, y de primera mano, circunstancias biográficas inéditas. Una historia de amor y amistad, un testimonio único de la pasión que Cortázar, Dunlop y Monrós sintieron por la literatura y por la vida, hasta su último aliento. La relación entre Julio Cortázar y Silvia Monrós-Stojakovic se inicia en julio de 1980 cuando Silvia (argentina de ancestros catalanes que vive en Belgrado, todavía en 2009) escribe a Cortázar para cursarle una invitación oficial a unas conferencias y solicitar su ayuda en unos estudios de tercer ciclo que va a dedicarle. Desde el primer intercambio de misivas, aflora la amistad entre los dos, dúo epistolar al que más tarde se suma Carol Dunlop, segunda esposa de Cortázar. Durante los tres años siguientes, previos a la inesperada muerte de Dunlop y a la de Cortázar, poco tiempo después, los tres autores comparten su intimidad, sus inquietudes acerca de su creación, y brillantes reflexiones sobre sus vidas. Este conjunto epistolar se convierte así en uno de los últimos testimonios inéditos de la vida del genial autor argentino
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