Notas: | De los delitos y de las penas, la célebre obra de César Bonesana, marqués de Beccaria (1738-1794), repre- senta el punto de partida moderno en los anales de la filosofía del derecho judicial y constituye asimismo una suma de las ideas sobre la materia que concurren hasta alcanzar su definición más plena en la obra de Montesquieu y los enciclopedistas franceses. A la argumentación sobre el proceso penal, Beccaria agrega su vivo interés porque ésta se difunda en la totalidad del cuerpo social; esta preocupación se torna en un urgente llamado a que la socie- dad se convierta en vigilante de la legalidad de las sanciones jurídicas y sus correspondientes aplicaciones; que éstas no se desborden en prácticas extraofi- ciales como las torturas o cualesquiera otras que rebasen los lineamientos expresados por los códigos. Es justamente a partir de la consideración de que el conocimiento de un código legal incide en la conciencia civil, que Beccaria elabora un escrupuloso escrutinio de las formas que pertenecen y estructuran todo el proceso penal, haciendo hincapié en la necesidad de los procedimientos legítimos y conde- nando los que excedan las atribuciones conferidas al aparato judicial derivado del mutuo acuerdo implícito en el concepto de contrato social desarrollado por Jean-Jacques Rousseau. La argumentación del jurista italiano en relación con los principios legales que apoyan a la sociedad europea en vísperas de la Revolución francesa se asienta con la fuerza de la reflexión y la ponderación de la verdad. Por ello, su obra sirve de parteaguas histórico entre las formas del antiguo curso de las sociedades regidas sin códigos de validez universal y los nuevos Estados constitucionales en los que la procuración de la justicia, aun entorpecida por prácticas viciadas de corrupción y transgresión de las instancias legales, permite luchar por un sistema penal libre de recursos coercitivos deshumanizados e históricamente anacrónicos en relación con los ideales de la edificación de una sociedad avanzada. Con brillantez intelectual y elegancia estilística, Beccaria advierte de la probidad moral y la capacidad de oposición a la fuerza de la intransigencia y la transgresión de los órdenes planeados por la razón y el espíritu de la vida en común. |